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nomichaelmoore

De aquí no sé lo que no soporto

Antiguamente la felicidad se fundamentaba en las iglesias; si ibas a la iglesia te daban el placet social, te lavaban la conciencia, te daban un poco de pan y de vino, que los tiempos no estaban para mayores lujos, te prometían el oro y el moro en la otra vida y al final te despedían con la paz del Señor en los bolsillos. La paz del mundo ya se encargaban los curas de custodiarla en los suyos. De paso las mujeres lucían sus vestidos y joyas y miraban con envidia comedida los lujos estrenados de las de los bancos de delante. Pero si además tenías la suerte de estar en el primer banco porque pertenecías a la minoría rica benefactora de la iglesia, entonces, para qué envidiar a nadie, ya era tu familia suficientemente envidiada y a mucha honra.

En las iglesias si te daba la risa, tenía que ser la floja y estaba muy mal vista, la de verdad ni se contemplaba, que los curas aún no habían aprendido las técnicas de oratoria importadas de América; técnica que consiste en introducir una frase chistosa cada tres frases sin ningún otro sentido. Claro que nuestros políticos tampoco lo han aprendido todavía, me refiero a introducir frases chistosas, que las sin sentido ya van a predicarlas a la ONU

Hoy en día nuestra felicidad se fundamenta en los restaurantes; aquí quedas con los amigos, con ellos hablas de trabajo, cine, conciertos, museos, libros, viajes, familia, últimos cotilleos, y como te dan buen vino y mejores manjares, que para eso se lo costea cada uno de su bolsillo, cuando estas terminando el segundo plato y la cuarta copa,ya se habla con pasión de amores, de sueños y miedos, de tal forma que, llegando a los postres,ya tenemos la boca calentita, y entonces no es que estemos invadidos de paz, sino de felicidad exultante. Y si vas al restaurante acompañado de una promesa sexual, entonces la comida no es que sea un fundamento de la felicidad,sino la antesala del paraíso,y eso sin haber tenido que matar a nadie en nombre de nadie.

Ya lo ha dicho Subijana : ellos sólo son buenas personas dedicadas a hacer felices a los demás. Son Oenegés que además pagan impuestos de todo tipo. Entonces digo yo, ¿no sería mejor que el estado financiara la hostelería en lugar de las iglesias?.
Para medida progre, ésta

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